¡Cómo detesto la lluvia! No es porque sea tan engorrosa, sino porque en mi casa no hay cielo falso. Eso implica que el sonido es inevitablemente asqueroso. Mi abdomen se contrae en señal de repulsión y mi cara no tiene más remedio que hacerse un limón.
Aunque no soy lo suficientemente estúpida como para negar todas sus ventajas y la bendición que acaece cada vez que nos visita… no me gusta. La ropa no se seca (no tengo secadora). El suelo está húmedo, y mis zapatos se ensucian. Hay más insectos.
Pero, quizás permite que el sueño sea profundo y ahora que lo pienso, que el calor cese. Ya que hoy también me quejaba del horrible calor que hacía.
¿Querida lluvia, podrías irte? ¡Querida lluvia, no me agradas! Hermosa lluvia, cae rápido y vete. No te amo, tampoco siempre te quiero, pero sobre todo “no me gustas”.
Maldita lluvia, sigue sonando.
La detesto.
El exabrupto hubo terminado después de todo eso yo haber escrito. Jajajaja. Un cuerpo humano con un teclado a la mano y una mente de escritor puede capturar emociones en forma de letras, que huelen a honestidad pura, ese anterior es el resultado. Después de que se me pasó la cólera, entendí que lo que más me disgusta de ella es el sonido, y que son las circunstancias específicas que poseo las que moldean mi enfado.
¿Y a ustedes
les gusta la lluvia?
P.D. Aquí les dejo la única lluvia que me gusta, me encanta: