Les diste un enemigo en común…

Replicó Phil Coulson a la comandante Reyes, después de que ésta se mofaba de que él tenía un mal equipo. Fitz-Simmons, un físico nuclear y una bioquímica y Grant Ward, un agente de combate de S.H.I.E.L.D. pasaban discutiendo por discrepancias en el modo de operar cuando estaban en campo. Sin embargo, en el segundo episodio de la primera temporada al ser secuestrados en su propia nave, se unen para encontrar la solución más viable y la hallan. (Realmente, amo esa serie, la veo desde que tengo quince años.)

En esta ocasión les hablo al respecto porque considero que independientemente del origen que tengamos lo único que tenemos que tener fijo en nuestra mirada es un objetivo común. Por favor, en cada situación que enfrentes mantente como un líder, sim dar lugar a los sesgos y comprométete con lo que quieres lograr.

En nuestra vida, todo es más fácil cuando se lucha por una causa y que ésta sea común. No siempre es fácil. Digo, en algunos casos, hay muchos obstáculos. Por ejemplo, recuerdo en el colegio haber trabajado con una muchacha que me detestaba, pero yo estaba consciente de que ella posee habilidades y que éstas serían útiles para alcanzar la meta colectiva. Ella sabía lo mismo de mi persona. Por lo tanto, logramos montar grandes proyectos a pesar de las discrepancias emocionales que existían.

Busca un enemigo en común…

Te ahorrará problemas y te beneficiará muchísimo.

Con amor,

Amparo Cribas.

Ingenuidad Destructora

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La ingenuidad es definida como la falta de malicia. También en algunos casos como la inocencia; una ignorancia sana. ¿Pero puede ésta convertirse en un ente perjudicial? Por supuesto. Mientras caminaba por el pasillo para cambiar de salón escuché el reproche de un estudiante:

«¿Sabes qué es lo peor? que a mí de verdad me hubiese gustado aprender algo en sociología». 

Jamás he estado de acuerdo con la falta de ética profesional. Los docentes que no explican en clase y se limitan a dejar trabajos con la excusa de que el alumno debe ser autodidacta a plenitud, está negando su razón de ser. Pues entonces, ¿para qué es un maestro? Pero ¿por qué forjarnos nuestro fracaso en esas clases en las cuáles estamos seguros de que no vamos aprender a través de la enseñanza del profesor? No debemos ser ingenuamente destructores.

Señores y señoras, no podemos cambiar la libre cátedra de alguien. Los adultos son casi inmutables, pues el grosor de su ego no les permite ser mejores. Lo que sí podemos hacer es armarnos en valentía y determinación como para estudiar esa clase por nosotros mismos y eliminar las dudas que encontremos con ese maestro, si es que éste está dispuesto a hacerlo. De lo contrario, saciemos la incertidumbre con una búsqueda incesable.

Pero, no creemos excusas para justificar nuestra suicidio académico.

Con amor a la lucha,

con ánimos de contribuir al aprendizaje,

Amparo Cribas.