La respuesta es no. No puedes luchar con ésto solo, Ricardo. “Pero, nadie me puede ayudar.” – “Hay alguien, búscalo”. – “No hay nadie, señorita”. Las excusas crecían y la voz de mi maestra me irritaba una y otra vez, yo solo quería luchar con ésto sin tener que molestar a más nadie. Es mi problema y no el de los demás. “Ricardo, una última cosa: ésto no es para siempre… hoy puedes necesitar ayuda, mañana ya no.” Aquella promesa que me garantizaba que sería una asistencia efímera, me hizo proceder. Busqué un amigo.
La ayuda idónea no es fácil de encontrar, pero cuando la necesites ve por ella, aparecerá.
No somos islas, Dios nos creó en compañía, nadie es tan rico o sabio que se pueda abastecer a sin mismo, todos necesitamos de alguien. El sabio es el que sabe buscar ayuda y no por eso se ve humillado.
Me gustaLe gusta a 3 personas